Psicosis es una de esas películas imprescindibles para el mundo del cine, como lo es Hitchcock. No puede dejar de ser vista (más de una vez, diría yo). El arranque es un ataque de codicia de la protagonista, que ve la oportunidad de llevarse una cantidad de dinero importante y desaparecer. Le sigue un arrepentimiento que, por diversas circunstancias, ya no puede ser llevado a cabo. La lluvia y un espejo retrovisor inquietan al espectador, hasta que finalmente se topa con un refugio tranquilizador, el motel Bates. La película cuenta con la mejor interpretación de Anthony Perkins de toda su carrera. La mítica escena de la ducha y la música, la forma de hilar el ojo de la protagonista y el desague son detalles que hacen de esta película una obra maestra. Cabe destacar que nunca antes un director se había atrevido a matar a la protagonista a los veinte minutos de proyección. La escena del asesinato transcurre en tres minutos e incluye 50 planos, la mayoría acercamientos. La combinación de las tomas cercanas y su corta duración hacen que el público se vea amedrentado, técnica que Hitchcock describe como "transferir la amenaza desde la pantalla a la mente del público". La imagen de la sangre en blanco y negro y los chirridos de violines, violas y violonchelos refuerzan el dramatismo de la escena. Investigación, suspense y un desenlace sobrecogedor. Los pensamientos de Norman Bates o su madre y el coche de Marion emergiendo del pantano.
Es curiosa la interpretación psicoanalítica de las tres plantas de la casa comparándolas con los tres niveles que Freud atribuye a la mente humana. El primer piso sería el "Superyó", dónde vive la madre de Norman Bates; la planta baja sería el "yo", donde funciona como una persona normal y, por último, estaría el sótano, al que Bates baja el cadáver de su madre, que sería el "ello" o inconsciente, como símbolo de la conexión que hay entre el superyó el Ello.